La cumbre de la Eurozona celebrada justamente hace hoy una
semana fue de todo menos aburrida. La gran parte de los socios esperaban
tensiones entre Angela Merkel y François Hollande, también estaban atentos a
las nuevas exigencias de la canciller y las posibles medidas a tomar desde el
BCE.
Pero no ocurrió tal que así. Nadie esperaba que el “enviado”
Mario Monti se arremolinara en contra de las exigencias de Merkel y sus
seguidores, los primeros ministros de Holanda y Finlandia entre otros. Monti,
en una acción parecida a la que ponen en marcha muchas veces los reclusos en
cárceles de Centroamérica para exigir mejores condiciones, provocó un motín en
el seno de la Unión Europea, amenazó con dimitir de su puesto de primer
ministro de la República de Italia si no se tomaban las medidas necesarias para
que la tensión se relajara en los mercados de deuda, principalmente, español e
italiano.
De esta reunión se pueden sacar varias conclusiones
llamativas. En primer lugar, la actitud de nuestro presidente del gobierno, que
parece que le gusta bailar diferentes valses con diferentes actores. Mientras el
señor Mariano se encontraba todavía con la euforia de haber ganado las
elecciones, estaba dispuesto a bailar con Merkel, a seguir sus pasos. Sin
embargo, ahora que el estado de euforia se acabó, se choca de frente con la
realidad española, le guiña un ojo al “enviado” y al socialista Hollande.
Otra conclusión podría ser, que continuamos mirando hacia
nuestro interior, hacia los intereses nacionales. Para nuestros líderes
europeos salvar el euro es importante, pero para nuestra nación en sí misma, no
para la Unión. Ésta siempre se ha encontrado en un segundo plano y seguirá al
menos un lustro estando en el mismo lugar. Para Alemania la caída de la moneda
supone desestabilizar su economía, esto no solo ocurre con el país germano sino
con todos los miembros la Eurozona.
A todo esto, observamos o no queremos observar como la
pobreza aumenta, la desigualdad aumenta y la clase política no está la altura
de las circunstancias. Es un terreno bastante fértil para lo que ya todos
sabemos… o deberíamos saber.