martes, 28 de marzo de 2017

Apelar


¿Es posible prometer la gloria sin apelar al futuro? ¿Es posible garantizar el éxito sin propuestas para el futuro y rememorando lo bien hecho en el pasado?

El domingo empezó a lo grande la síntesis de lo ocurrido todo este tiempo atrás. Susana Díaz puso en escena lo que tanto tiempo estaba planeando entre bambalinas, con delfines de por medio. Dio el salto en Madrid, como a los políticos ambiciosos le gustan, con un baño de masas, con barones y líderes históricos arropándola. Contando con Eduardo Madina en sus filas, tiempo atrás defenestrado por el desinterés de Díaz.

El discurso fue un canto a todo lo realizado por los Gobiernos de Felipe González y José Luís Rodríguez Zapatero. Fue una rememoración a la construcción del Estado del bienestar, al modelo educativo y un homenaje a la labor de los presentes en el ámbito autonómico y local. Fue una súplica a las emociones y pasiones de muchas y muchos que asistieron a IFEMA, prometiendo la tan deseada gloria que le espera al partido gracias a ella, su figura, su pasado y su mensaje.

El discurso de Susana Díaz fue un relato demasiado bueno, demasiado prometedor, demasiado ilusionante para un ambiente grandioso para hacer levantar a militantes y simpatizante, para arrancar risas y aplausos cada vez que rememoraba la gran gestión realizada antaño.

El domingo no solo se presentaba Díaz, sino que también daba comienzo a un periodo bastante polarizao que se va a cobrar muchas más víctimas de las que se ha cobrado ya. Esta guerra fratricida que va a dar comienzo será la síntesis a lo que ella misma y su entorno comenzaron. Nunca dio el “salto” a Madrid, en todo este tiempo, porque no se veía con posibilidades de arrasar, de no tener rival. Sin embargo, lo hace en unas circunstancias en las que sabe que no las tiene todas consigo. Por eso ha querido hacer pública su candidatura a Secretaria General del PSOE en la capital del Reino de España, para demostrar músculo ante un delfín amotinado que está jugando la baza de las bases frente al aparato. Mientras que ella juega la baza de todos los dirigentes y líderes políticos históricos, locales y autonómicos para que movilicen a sus bases, porque esta da la imagen de ser incapaz de movilizarlas con su discurso.

Pensar que en política la ambición colectiva se sobrepone a la personal es ofrecer una realidad no del todo cierta. La ambición personal existe, por eso hay tres candidatos a participar en las primarias. Porque si la ambición fuera colectiva, la Gestora no hubiera estado presente todo este tiempo.

Después de junio habrá un nuevo PSOE, pero previamente entrarán en confrontación dos modelos de partido, en el que la confrontación que existirá dará lugar a un conflicto inimaginable, con una gran incertidumbre, entre la militancia, pero también en la sociedad. 

Por lo tanto, garantizar la gloria de un partido en base a los buenos resultados del PSOE en el pasado, a la emoción y la pasión sin apelar al futuro, sin recurrir a las oportunidades que les podemos ofrecer a la sociedad, a las generaciones actuales y futuras, sin ofrecer un modelo de sociedad, un modelo productivo, educativo, de investigación y desarrollo distintos, la desafección y el desapego seguirán teniendo más influencia en el devenir político del Partido Socialista, que Susana Díaz sea Secretaria General o que las compañeras y compañeros participen en masa en las primarias de mayo.

El quid de la cuestión no está en que Díaz sea mejor que Pedro Sánchez para liderar el partido. Está en el discurso y su contenido. El domingo hubo demasiada demagogia en su mensaje. El domingo se volvió a sobrevalorar el liberalismo en el discurso socialista. Un discurso cargado de ilusiones, de corazonadas, pero falto de valores nuevos, valores que sin quererlo nos está demandando la sociedad.

Porque la sociedad apela a un futuro distinto al presente, sin el cortoplacismo reinante por parte de la política. Porque la sociedad no necesita que el PSOE le haga frente al Gobierno de Rajoy. La sociedad necesita un PSOE alejado de esa polarización en la que se va a encontrar estos meses. Necesita canalizar sus demandas por un medio que no adolezca de demagogias, de emociones, ni pasiones.

La sociedad quiere otra cosa y con el discurso del domingo en Madrid no se le está ofreciendo.