sábado, 6 de julio de 2013

Una Política Exterior particular.

Desde que se instauró la democracia en España tras la dictadura del general Francisco Franco, la Política Exterior española nunca ha perseguido unos objetivos claros y definidos, hasta el punto de plantearse si España ha tenido y tiene Política Exterior. En la primera etapa socialista, de la mano de Felipe González, ésta se caracterizó por el establecimiento de las relaciones internacionales hacia los países de Iberoamérica con el comienzo de las Cumbres Iberoamericanas a principios de la década de los noventa.

Durante la etapa de José María Aznar, la Política Exterior dio un giro cuasi radical. Ésta estuvo centrada en la profundización de las relaciones con Estados Unidos y los Estados con gobiernos con una tendencia liberal en sus políticas. El acontecimiento más importante de esta etapa fue la decisión de participar en la Guerra de Irak en 2003 ofreciendo apoyo logístico a las tropas invasoras. Las consecuencias de esta decisión fueron la animadversión hacia España de potencias europeas importantes como Alemania o Francia, por un lado, y el mantenimiento de las buenas relaciones con Estados Unidos y el Reino Unido principalmente, por otro. Esto tiene un alto coste de oportunidad a la hora de establecer acuerdos comerciales con países que tuvieron una postura distinta a la llevada a cabo por España.

La decisión de participar en el conflicto iraquí le granjeó al Gobierno de José María Aznar numerosas protestas sociales, lo cual, socavaba la legitimidad de tal decisión, ya que también en la Cámara Baja ninguna formación distinta del Partido Popular decidió secundar la intervención.

La vuelta de los socialistas con José Luís Rodríguez Zapatero conllevó otro giro en la Política Exterior española. Ésta se inauguró con la retirada de las tropas de Irak. Con esta decisión, Zapatero cumplía así con una de sus propuestas estrellas en la campaña electoral de 2004 y de paso legitimaba su acción de gobierno durante la legislatura. También es destacable la vuelta a las relaciones con determinados Estados de América del Sur, especialmente, los gobiernos con una clara tendencia izquierdista. También es destacable la ausencia de contactos con la Administración Bush debido a la retirada de las tropas españolas del país asiático.

En definitiva, hemos observado cómo se han producido distintos vaivenes en las relaciones internacionales de España al hilo del partido político que ha gobernado. Esto hace indicar que en España nunca ha existido un consenso claro a la hora de definir una Política Exterior sólida y clara que ha perjudicado notablemente a la imagen de España en el exterior.


domingo, 3 de marzo de 2013

¿Qué es la democracia?

El título que encabeza este artículo bien podría ser el título de un capítulo de cualquier manual de ciencia política. Pero hoy no escribo para reproducir aquí lo redactado en manuales politológicos, tampoco será una contestación a la pregunta que encabeza este artículo.

Cuando pensamos en democracia, la primera imagen que se nos viene a la cabeza, la mayoría de las veces, es la acción de depositar un trozo de papel en una urna. También, si hacemos un repaso histórico de la implantación de la democracia en países y ciudades, pensaremos en la polis ateniense y el modelo democrático de asamblea, en el que “todos” los ciudadanos de Atenas participaban en las decisiones políticas. Recordemos también que en aquella época no se consideraban ciudadanos ni a los esclavos, ni a las mujeres, por lo tanto no podían participar en el devenir político ateniense.

Sin embargo, si pensamos en el modelo de democracia liberal o democracia representativa actual, debemos de fijarnos en los comienzos del sistema parlamentario inglés, que resultó un sistema político revolucionario en el que su objetivo era evitar la tiranía del monarca británico contra la burguesía inglesa. Este modelo de representación política ha perdurado y sigue perdurando de forma estable, exceptuando el período previo de entreguerras y durante la II Guerra Mundial con la aparición del fascismo como contraposición a la democracia representativa y los mecanismos y componentes con los que se forma.

Desde el comienzo de la crisis económica, allá por el año 2007 hasta hoy, se ha mostrado paulatinamente como las instituciones políticas de los Estados occidentales no han sido capaces de amortiguar los efectos que ha producido el estallido de la burbuja inmobiliaria primero, y la crisis crediticia de ahora. Esto ha conllevado una merma de los recursos de los individuos y familias más desfavorecidos que ha hecho que el nivel de desigualdad social aumentase. Por consiguiente, ha dado lugar a que se produjera la desconexión total entre la sociedad y sus representantes políticos. La imagen que se ha mostrado y se muestra todavía es de una perfecta incompetencia para gestionar las distintas crisis que se han originado; no solo económica, sino social y de valores.  El descontento y el desánimo hacia la élite política se ha traducido en numerosas manifestaciones, huelgas generales, concentraciones ante la sede central del partido de gobierno y resultados muy negativos en las distintas encuestas realizadas por empresas demoscópicas, sobre todo en contra del liderazgo que ejercen Mariano Rajoy Brey y Alfredo Pérez Rubalcaba en sus distintas formaciones políticas. Mientras, las declaraciones de varios personajes políticos poniendo el foco de atención en los límites de la protesta ciudadana no hacen más que aumentar el grado de crispación social y política.

En esta tesitura tenemos que hablar de democracia de máximos y de mínimos. A la élite económica y política para sobrevivir solo le hace falta un modelo democrático estrecho o mínimo en forma de poca transparencia en la administración, o algo que está muy de moda ahora, las ruedas de prensa sin preguntas. Sin embargo, la ciudadanía necesita que las líneas rojas de la democracia se maximicen en forma de mayor transparencia en los asuntos concernientes con el Gobierno.

Por lo tanto, esta situación ha desembocado no en una crisis de la democracia en general, sino de la democracia representativa en particular y de los mecanismos que la componen. La participación cada vez menos se canaliza a través del partido o representante político sino que surge de modo espontáneo y en grupos heterogéneos.  

A fin de cuentas, la democracia es un elemento muy necesario para los ciudadanos, no fue creada por otro motivo que el permitir la participación de estos.

domingo, 20 de enero de 2013

La legislatura prorrogada.


Estas semanas atrás se ha escrito mucho y se ha comentado todavía más sobre la salud de Hugo Chávez, Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, y su más que notable ausencia en la jura del cargo como máximo mandatario el 10 de enero. Lo escrito siempre ha estado en torno sobre la salud de Chávez y la consideración como legítima o no la ausencia de la toma de posesión del cargo.

El oficialismo se mostró despreocupado porque Chávez no acudiera al acto, considerándolo un mero “formulismo”. Mientras, la oposición y los distintos medios de comunicación se mostraban inquietantes por la falta de información y transparencia sobre la salud del líder venezolano.

El acto de jurar el cargo, es cierto que es un simple “formulismo”, pero por eso no deja de tener su importancia dentro del sistema político, de cualquier modelo democrático occidental. De hecho, hay numerosos actos en cualquier sistema político, que se observe, que son simplemente ceremoniales pero que si no se producen en el devenir del proceso estaríamos ante un sistema político con ciertas lagunas, ambigüedades y excepcionalides.

Por otro lado, esta ausencia se percibe de dos maneras. La falta de poder que se crea, ya que Chávez es el alma máter de la “revolución” bolivariana y el máximo exponente para las clases populares, todo pasa o pasaba por la decisión de Hugo. Después, estamos ante un chavismo sin Chávez, cosa bastante peligrosa para un movimiento que depende de un líder con un alto grado de carisma entre gran parte de la sociedad venezolana. También habría que estar atentos el cómo gestiona este gran problema los dirigentes del Partido Socialista Unido de Venezuela. Además de que consideren legítimas o no las medidas a tomar por el equipo encabezado por Nicolás Maduro por parte del electorado que depositó su confianza en Hugo Chavéz. De todo esto también es importante observar la estrategia política a seguir de la oposición de esta coyuntura, si va a ser capaz de desquitarse de los estigmas asociados por parte del oficialismo y ofrecer una gestión diferente al chavismo en temas de seguridad ciudadana, relaciones comerciales, internacionales, etc.

Por lo tanto, esta situación nos lleva a reflexionar que el 10 de enero de 2013 no comenzó una nueva legislatura en Venezuela, sino todo lo contrario, una prorrogación de la anterior legislatura.