Según el Diccionario de la Real Academia Española, la
palabra confianza, de entre sus distintasacepciones,cabe resaltar la
siguiente: “Esperanza firme que se tiene
de alguien o algo”.
La confianza suele estar presente en numerosas relaciones,
tanto individuales como de grupos. Ésta casi siempre se utiliza para nivelar la
relación existente. Si el nivel de confianza es alto, habrá un alto grado de
compromiso entre los individuos. Sin embargo, si la confianza apenas existe en
la relación entre los grupos o simplemente dentro del mismo, no hablamos ya de
confianza, sino todo lo contrario, de desconfianza.
Este domingo pasado se celebraron elecciones autonómicas en
las comunidades autónomas de País Vasco y Galicia. El resultado fue
gratificante para algunos y desastroso para otros. La conclusión de las
elecciones se puede explicar de determinadas maneras. Sin embargo, hoy lo voy
hacer partiendo de la palabra confianza y su contraria, la desconfianza.
En Galicia, el resultado electoral era el que ya avisaban
las encuestas. Mayoría absoluta en el parlamento gallego por parte del Partido
Popular. No obstante, este tipo de mayoría se ha granjeado con un menor número
de votos, consiguiendo en total 653.934, frente a los 789.427 conseguidos en
2009. El Partido Socialista de Galicia digamos que fue el gran perdedor de la
jornada electoral gallega, perdiendo algo menos de diez puntos porcentuales con
respecto a 2009. El otro gran triunfante del domingo electoral fue Alternativa
Galega de Esquerda (AGE), que consiguió desbancar al Bloque Nacionalista Galego
de la tercera posición. Con lo cual, el parlamento de Galicia pasa de tener las
tradicionales tres formaciones políticas a tener cuatro partidos políticos
distintos en la cámara autonómica.
Esto se puede traducir de la siguiente manera: el Partido
Popular goza de un estimable apoyo en Galicia, con un líder fuerte como es
Alberto Nuñez Feijóo, que durante la campaña electoral se ha intentado
desmarcar de la gestión de la crisis realizada hasta el momento por Mariano
Rajoy. En cuanto al PSdeG, el comienzo de la crisis económica todavía se
identifica con el partido que gobernaba entonces, si a ello le sumamos a que el
candidato era simplemente eso, un candidato que no ha sabido ganarse la
confianza del electorado gallego. De forma concluyente, podríamos decir que nos
encontramos ante una derecha muy fuerte, una izquierda débil y dividida, y
un descontento hacia las formaciones
políticas que se mantiene, pero en menor medida.
En el País Vasco la situación política ha cambiado
totalmente. La victoria del Partido Nacionalista Vasco con 27 escaños se vuelve
a revalidar. Resulta paradójico, porque el PNV ganó las elecciones con 3
escaños más, sin embargo no le dio acceso al gobierno vasco. Esto se debe en
gran parte a la pérdida de 11 puntos porcentuales en votos del Partido
Socialista Vasco de Euskadi, a ello habría que añadir la pérdida de 3 escaños
del Partido Popular. Con lo cual, imposibilita programar una coalición entre
estas dos formaciones políticas. Y pasamos, en mi opinión, al gran vencedor de
la jornada electoral vasca: EH Bildu con 21 escaños. Esta formación abertzale
concurre a estos comicios en un contexto de paz. Ya en las elecciones
municipales del año pasado se vislumbraba el peso político que podía tener.
Hemos de recordar que la participación de EH Bildu es el efecto causado por el
abandono de la violencia por parte de ETA. El resultado electoral de Bildu pone
en una auténtica tesitura al PNV, obligándolo a gobernar en mayoría simple con
acuerdos puntuales con las formaciones con más representación en el parlamento
vasco.
De las elecciones autonómicas se pueden sacar dos
conclusiones bien diferenciadas y definidas. En Galicia, el Partido Popular
sabe obtener muy la confianza del electorado, y a su vez, aprovechar muy bien
los despropósitos de la oposición.
En el País Vasco se produce una situación algo incómoda en
relación con el Gobierno de España, pues el apoyo de Bildu es bastante amplio,
lo cual puede ser molesto a la hora de mantener el status territorial de
España. Porque si Bildu no plantea políticas en torno a la independencia del
País Vasco crearía mucha incertidumbre en su masa social. Por lo tanto, esa confianza deposita en Bildu a lo largo de la legislatura se puede desgastarse o aumentarse.