Estas semanas atrás se ha escrito mucho y se ha comentado
todavía más sobre la salud de Hugo Chávez, Presidente de la República
Bolivariana de Venezuela, y su más que notable ausencia en la jura del cargo
como máximo mandatario el 10 de enero. Lo escrito siempre ha estado en torno
sobre la salud de Chávez y la consideración como legítima o no la ausencia de
la toma de posesión del cargo.
El oficialismo se mostró despreocupado porque Chávez no
acudiera al acto, considerándolo un mero “formulismo”. Mientras, la oposición y
los distintos medios de comunicación se mostraban inquietantes por la falta de
información y transparencia sobre la salud del líder venezolano.
El acto de jurar el cargo, es cierto que es un simple
“formulismo”, pero por eso no deja de tener su importancia dentro del sistema
político, de cualquier modelo democrático occidental. De hecho, hay numerosos
actos en cualquier sistema político, que se observe, que son simplemente
ceremoniales pero que si no se producen en el devenir del proceso estaríamos
ante un sistema político con ciertas lagunas, ambigüedades y excepcionalides.
Por otro lado, esta ausencia se percibe de dos maneras. La falta
de poder que se crea, ya que Chávez es el alma máter de la “revolución” bolivariana
y el máximo exponente para las clases populares, todo pasa o pasaba por la
decisión de Hugo. Después, estamos ante un chavismo sin Chávez, cosa bastante
peligrosa para un movimiento que depende de un líder con un alto grado de
carisma entre gran parte de la sociedad venezolana. También habría que estar
atentos el cómo gestiona este gran problema los dirigentes del Partido
Socialista Unido de Venezuela. Además de que consideren legítimas o no las
medidas a tomar por el equipo encabezado por Nicolás Maduro por parte del
electorado que depositó su confianza en Hugo Chavéz. De todo esto también es
importante observar la estrategia política a seguir de la oposición de esta
coyuntura, si va a ser capaz de desquitarse de los estigmas asociados por parte
del oficialismo y ofrecer una gestión diferente al chavismo en temas de
seguridad ciudadana, relaciones comerciales, internacionales, etc.
Por lo tanto, esta situación nos lleva a reflexionar que el
10 de enero de 2013 no comenzó una nueva legislatura en Venezuela, sino todo lo
contrario, una prorrogación de la anterior legislatura.
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