miércoles, 13 de mayo de 2015

La decadencia de lo exclusivo.

Hace seis años asistí a un curso de verano ofertado por la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla. En el curso se conmemoraba los 30 años de democracia en España, con ponentes de prestigio en los ámbitos judicial, politológico, sociológico y periodístico.

Hoy me voy a detener en la ponencia que impartió el director del diario Correo de Andalucía en Sevilla. Puso el eje central en el papel que jugó la prensa en la Transición. También puso énfasis, con la aparición de las nuevas tecnologías y una población cada vez más interconectada, en la desaparición de una sección fetiche en los periódicos: la exclusiva. En la era de Internet, los medios de comunicación, sobretodo la prensa, han tenido que desprenderse en mayor medida de esta sección como una forma de atraer al lector.

A lo largo de los últimos 300 años de nuestra historia, los seres humanos hemos presenciado acontecimientos en los que pensábamos que serían exclusivos de esa época en concreto. Sin embargo, en lo que llevamos de la segunda década del siglo XXI, muchas tardes nos hemos sentado a comer viendo o escuchando noticias sobre sucesos que están ocurriendo a miles de kilómetros de nuestra casa y que pensábamos que eran imposibles de que volvieran a ocurrir. Es verdad que el hecho histórico en sí es irrepetible, pero el trasfondo que subyace no. Porque detrás de un conflicto bélico se encuentra el interés de una de las partes o las partes por querer dominar o destruir a la otra en pos de mantener una posición superior sobre el otro. Esto pasaba hace 300 años y sigue ocurriendo actualmente.

Porque la aniquilación de un grupo de personas o de una comunidad no es propia del estalinismo, el nazismo o los pogromos, sino que actualmente, en Oriente Próximo y en países del centro de África esto está pasando.

Trasladándonos un poco al ámbito de la política, observamos, como la gestión de los recursos que posee el Estado no solo depende única y exclusivamente de qué modo los gestione. Sino que en estos tiempos que corren, es igual o más importante lo que ocurre y lo que nos influye desde el exterior que el día a día de lo que esté pasando en nuestro país. Porque al fin y al cabo la inversión extranjera influye en mayor medida a la hora de posibilitar, por ejemplo, la creación de puestos de trabajo. Por lo tanto, lo exclusivo de una buena o mala gestión ha perdido en gran parte su valor.


Por último, creo que después de todo esto, se debe de reflexionar que en nuestras sociedades, en cualquier parte del mundo, la intolerancia, la no aceptación del otro, del diferente, el creernos superiores a cualquier raza o étnia, el prejuicio estaban presentes hace 300 años, estuvieron también presentes durante los pogromos, el nazismo, el estalinismo o cualquier acto de matanza colectiva existente en todo este tiempo. Y están aún más presentes hoy, 13 de mayo de 2015.

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